Santo Domingo, República Dominicana, 21 de mayo de 2014.
Señor
Leonel Fernández Reyna
Presidente del Partido de la Liberación Dominicana.
Todo lo que diga ahora lo he dicho antes. Lo he dicho en mi
condición de militante del Partido de la Liberación Dominicana, de integrante
de su Comité Central, de diputada al Congreso Nacional, como ciudadana, y sobre
todo como dominicana, hija de esta media isla a la que admito y quiero con sus
luces y sus sombras. Y lo he dicho y hecho con el ejemplo de tantos y
tantas que llegaron hasta el sacrificio supremo por una mejor vida para quienes
la habitamos, y con la clara conciencia de que la vida y la política también
significan enfrentar a quienes por demasiados años han impedido, y pretenden
seguir haciéndolo, nuestro progreso, nuestro desarrollo y nuestra democracia.
La política no es hija de la razón, la política es siempre un
asunto de interés. Y cuando llega el momento de reconocer que la utilidad
de nuestras acciones e intenciones es cada día más lejana, y hasta
contradictoria, con las del Partido que ustedes dirigen, hace falta simplemente
reconocer que es la hora de abandonar esa permanente tensión que me impide
dedicarme efectivamente a lo que considero los temas más decisivos en esta hora
del país.
No es mi intención provocar ningún debate. Se sabe de antemano de
su imposibilidad. Tampoco lo intentaré en el futuro. Los temas del país son
otros. Mejor dicho, es otro.
El futuro de República Dominicana me convoca. Me convoca su
democracia tan dependiente todavía de prácticas que quisiéramos superadas.
Me convoca la crisis institucional cada vez más a la vista de todos y
todas. El descrédito de la política me convoca junto a la falta de
credibilidad de tantos representantes populares y el aumento inmoral de la
pobreza. Me convoca la lucha por mejores gobiernos, por un mejor poder
legislativo, por mejores gobiernos municipales, por una justicia independiente.
Me voy del PLD pero no me voy de la política. Vengo de un
hogar donde adquirí conciencia de la necesidad del compromiso con los demás,
donde aprendí la solidaridad sintiéndola primero y para siempre conmigo ante el
dolor de la pérdida fruto de la arrogancia, la intolerancia, el despojo y la
crueldad.
Me quedo en la política cumpliendo mis obligaciones como
legisladora, de acuerdo con el mandato Constitucional: “Las y los senadores y
diputados no están ligados por mandato imperativo, actúan siempre con apego al
sagrado deber de representación del pueblo que los eligió, ante el cual deben
rendir cuentas.”
Me quedo en la política para hacer lo que prometí hace unos meses
con motivo de un acto que fue, también, un reconocimiento de mis deudas, una
reafirmación de mis compromisos y mi decisión de cumplir con mi deber:
“El primer paso para ascender hoy a las “escarpadas montañas de
Quisqueya”, para alcanzar su pico Duarte, la más elevada de todas, quizás
consista en reconocer que la línea que nos divide ya no es la que trazaron los
llamados grandes caudillos. Hoy, avanzado el siglo XXI, tenemos el
desafío de reconocernos en lo que en realidad debe unirnos: la defensa de los
Derechos Humanos, la lucha contra la pobreza, la justicia, la democracia y la paz”.
Tan segura estoy de que esos principios e intenciones son ajenos
al PLD, que le solicito tome nota de mi renuncia a esa organización política.
Minou Tavárez Mirabal
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