Aqui y Alla

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viernes, 23 de mayo de 2014

Tres pantanos ante Medina

Felipe Ciprian

Si se descarta que el presidente Danilo Medina intente por alguna vía buscar la reelección presidencial porque no va a practicar desde el gobierno lo que le criticaba a Leonel Fernández, lo normal es que en las elecciones de 2020 –si el cambio climático no ha borrado esta isla- él quiera utilizar la popularidad que tiene hoy para volver al Palacio Nacional.
Hasta el día de hoy esa popularidad está bien ganada porque invierte en la educación pública, construye obras en todo el país, sus funcionarios no están salpicados de escándalos de corrupción y ya este país está acostumbrado a vivir con apagones, inseguridad pública, carestía de precios, salarios estancados, tarjetas Solidaridad, bonogás, hospitales abandonados y con el crédito cerrado, legisladores repartiendo habichuelas con dulce en  Semana Santa o rollos de salami y ron malo en campaña.
Su estilo llano, su capacidad de escuchar y rectificar algunos errores; su austeridad en el gasto público y su contacto directo y cotidiano con los grupos vulnerables en todo el país, le garantizan conservar una asombrosa popularidad que probablemente le acompañará hasta el próximo año.
Pero no estoy seguro de que la popularidad de Medina hoy e incluso la del año 2015 –por más que olvide la gente- le den un pasaporte de calidad para ganar fácilmente futuras elecciones porque se está metiendo a la calladita por tres pantanos muy peligrosos para el futuro próximo.
Primer pantano: Persiste un alto nivel de endeudamiento público que si sigue el ritmo actual al final de su gobierno sobrepasará el equivalente del 50% del Producto Interno Bruto (PIB), lo cual es inmanejable en una economía con las características de la dominicana: alta informalidad, empleo de bajos salarios, evasión masiva del pago de impuestos y altos costos operativos.
Detener el endeudamiento y mejorar la calidad del gasto público es lo único que libra a Medina de ser recordado como el gobernante que llevó la deuda externa a extremos inmanejables y a caer en el círculo vicioso de coger prestado para pagar intereses y amortizar capital de anteriores préstamos.
Segundo pantano: El Presidente parece decidido a llevarse de los cuentos que le están haciendo sobre la posibilidad de construir plantas a carbón para abaratar los costos de la generación eléctrica y va a caer en una trampa mortal: las termoeléctricas a carbón tiene el financiamiento más alto en los mercados de capitales y si bien el costo de compra de ese combustible es menor que los otros fósiles, la remediación de los desastres humanos y ambientales es enormemente mayor que la de cualquier otro energético, salvo los ocasionales daños de la energía nuclear.
Por cada dólar que se invierte en la generación a carbón, un Estado responsable tiene que disponer de 4.5 dólares para remediación. No existe otra fórmula y si Medina lo duda que investigue en Estados Unidos o en China.
Las plantas a carbón pueden enfermar a la población del Valle de Peravia, ensuciarán gravemente su aire, calentarán el mar, estresarán la producción de frutas, viandas y hortícolas, y consumirán y contaminarán las aguas que hoy se utilizan para servir los acueductos de Santo Domingo, parte de San Cristóbal y el que está para terminación en Baní. Por esas causas, no por otras, es que esas plantas no se están construyendo en Hatillo, Azua, ni en Manzanillo, Monte Cristi. La defensa de los intereses económicos en esos lugares se alarmó ante los daños ambientales y le han tirado el muerto a 135,000 banilejos con sus propiedades y sueños.
Ese es un sacrificio inexplicable porque no se debe utilizar el agua de consumo humano para vaporizarla para generar energía eléctrica con carbón habiendo otras fuentes menos agresivas con el medio ambiente.
Cuando estas plantas –que prometieron que serían una solución al empleo y una dinamización del comercio de Baní y no han empleado casi a nadie ni han comprado una arepa en esas localidades- comiencen a sacudir la salud, el ambiente y producción del Valle de Peravia, Medina y sus principales funcionarios del sector y sus líderes en Baní, van a ser recordados con dolor por la gente afectada.
Lo decimos una vez más: no existe hoy tecnología limpia para quemar carbón mineral y si existiera la estaría utilizando China y Estados Unidos que han iniciado aceleradamente programas de conversión a gas y no instalarán ni una sola planta más en su territorio ni financiarán ninguna en el exterior. A eso se niegan también el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial.
Tercer pantano: El presidente Medina parece decidido también a construir la carretera San Juan-Santiago pasando por la cordillera Central y es muy probable que antes de que esa obra termine vea el desastre que va a provocar en el Valle de San Juan y en la planicie de Neiba y Barahona por los torrentes descontrolados que bajarán de taludes, desagües y alcantarillas construidos a alturas superiores a los 2,000 metros sobre el nivel del mar.
No hablemos de que se violará la Ley de Medio Ambiente al afectar al menos tres parques nacionales algunos con casi 60 años de existencia como tales. Preguntemos quién no sabe que en 1998 el paso del huracán Georges barrió con el sector La Mesopotamia, en plena ciudad de San Juan de la Maguana, y sembró de dolor y muerte el valle donde nació el niño Danilo Medina, hoy Presidente de la República.
Lo que se pretende hacer allí podría alcanzar proporciones similares a las devastaciones ordenadas por el rey de España Felipe III al gobernador de la isla La Española (esta misma), Antonio de Osorio, en 1605.
No creo que el presidente Medina tenga necesidad de hipotecar su futuro político aumentando el endeudamiento público en proporciones geométricas.
Si se construyen las plantas en Punta Catalina y se abren las arterias más altas de la cordillera Central para una vía que solo servirá para provocar daños  –a lo que no se atrevió ni Trujillo- Medina puede ser recordado en Baní y su natal San Juan con las mismas calificaciones que hoy nos hacen  conocer a De Osorio, con la diferencia de que él es el presidente constitucional dominicano y el gobernador nombrado por la Monarquía española para administrar la colonia.

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