Los
edificios asomados desde hace cuatro siglos a los canales deÁmsterdam se
asientan sobre millones de estacas de madera clavadas en el agua. De hasta 30
metros de longitud, es el cimiento necesario para una zona de vías navegables
que supone el 25% de la superficie urbana. En el futuro, sin embargo, podrán
sujetarse al suelo, sin más. Así lo cree el estudio
holandés de arquitectos DUS, que utiliza una
enorme impresora en 3D (Kamer Maker) para construir una casa de
tamaño natural cerca de la estación central de la ciudad. La máquina dispara
una mezcla de plástico de origen vegetal y fibra de madera, que produce piezas
capaces de ser montadas como un juego de construcción hasta lograr la vivienda
deseada. El proyecto(3dprintcanalhouse) acaba de abrirse
al público para su consulta y estará en marcha durante tres años.
Si
consigue terminar la casa prometida, DUS habrá batido un récord. Una de tipo
tradicional en la misma zona tarda seis años en entregarse al inquilino, pero
la Kamer Maker (algo así como fabricante de habitaciones) no utiliza ladrillos
ni pilones de madera. Su trabajo consiste en reproducir, uno por uno, los
distintos modelos gráficos del inmueble diseñados por ordenador. “Mandamos los
mensajes digitales del plano a la impresora, y esta nos devuelve las porciones
de lo que será, por ejemplo, una habitación. Luego se encajan para conseguir el
volumen deseado”, dice entusiasmada Hedwig Heinsman, una de las arquitectas.
“Ahora usamos plástico de origen vegetal y colaboramos con la casa de productos
químicos Henkel, y la constructora Heijmans, en busca de uno no contaminante y
duradero. En la fase final, sí necesitaremos cemento para ensamblarlo todo
conforme a las normas de seguridad”, añade. Las formas impresas tienen en
cuenta el vaciado de las paredes destinado a la fontanería y cableado
eléctrico.
Hasta
la fecha, el mayor éxito científico de las impresoras en tres dimensiones ha
sido la oreja conseguida a base de geles inyectables de células vivas. Casi
iguales a las humanas, pueden ayudar a las personas con deformidades
congénitas. Por su parte, la Kamer Maker está metida en un contenedor de
transporte tradicional, de seis metros de altura, forrado de metal. Con cada
vuelta de su pistola de inyección, crecen las capas del innovador material que
debe resistir el peso y distintas temperaturas, además de los efectos de la
calefacción y cañerías propias de cualquier otro edificio. Cuando todo esté
impreso, el montaje del edificio será similar al de un gran paquete de piezas
de Lego, el popular juego infantil.
“No
paramos de investigar sobre nuevos materiales, y en la fase final, la casa podrá
pintarse por fuera y por dentro. Y sí, esperamos que pueda habitarse sin
problemas, porque nuestro estudio enfoca la arquitectura como una
responsabilidad civil. De ahí que hayamos pensado en su aplicación en países
donde haya habido una catástrofe natural. O que necesite alojamiento con
urgencia. Aunque ahora es caro, no descartamos que puedan utilizarse materiales
locales, como arcillas, en otras latitudes. Al estar informatizado, el diseño
es lo más fácil de exportar. Con el tiempo, la construcción irá más deprisa”,
según Heinsman. (En
enero de este año, la Universidad del Sur de California presentó su propia
impresora en 3D, para fabricar estructuras de hormigón aplicadas al urbanismo).
De
momento, los posibles clientes interesados en la casa holandesa construida en
seco, son hoteles y el propio ayuntamiento de Ámsterdam. Ambos podrían
aprovechar enseguida los diseños de interiores, ornamentos incluidos, que
también pueden obtenerse en 3D.
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